Silvia Henriquez Allred desarrolló un apego a la Sociedad de Socorro
desde muy joven, cuando su madre, recién convertida al evangelio, fue
llamada como presidenta de la Sociedad de Socorro en su tierra natal de El
Salvador.
"Todo saldrá bien," le dijo la joven a su madre ansiosa. "El Señor
te bendecirá."
Hilda Alvarenga Henriquez sabía que su hija tenía razón.
Llamó a Silvia para servir como su secretaria.
"Desde esa posición pude ver la bendición que la Sociedad de
Socorro es para las mujeres de la Iglesia. Provee oportunidades de servicio
y liderazgo y desarrollo de habilidades."
Ahora, la Hermana Allred enfrenta otro llamamiento que le ayudará ver
las bendiciones que la Sociedad de Socorro es para las mujeres de la
Iglesia.
Sostenida como primera consejera en la presidencia general de la Sociedad
de Socorro el 31 de marzo, la Hermana Allred ? la primera miembro de la
presidencia general de la Sociedad de Socorro nacida en Latinoamérica ?
cuenta de los milagros que le guiaron a este punto de su vida donde ella
pudiera servir en una posición como ésta.
El primer milagro, y el más grande, ocurrió cuando tenía 15
años, dijo ella. En la muy concurrida ciudad de San Salvador, dos
misioneros mormones tocaron la puerta de su familia. Silvia y su hermana
pagaron $1 y compraron un Libro de Mormón. "Mi hermana y yo
corríamos hacia la casa de la escuela para ver quien podría llegar
al libro primero," ella recuerda. "Lo leímos en unos días. Por
supuesto que mi vida cambió."
La primera en su familia de dejar sus tradiciones religiosas, la Hermana
Allred oraba para que su madre comprendiera su decisión de unirse a la
Iglesia. Sus oraciones fueron contestadas. El día de su bautismo los
misioneros pidieron que Silvia compartiera su testimonio.
Mientras hablaba esperaba que su madre pudiera saber lo que estaba
sintiendo. "Yo deseaba que ella supiera que la Iglesia era verdadera. Tuvo
que haber sentido el Espíritu. Estaba demasiado fuerte."
Su madre luego pidió recibir a los misioneros. Poco después, ella y
los hermanos y hermanas de Silvia se unieron a la Iglesia.
Hilda Henriquez siempre había sido la fuerza de la familia.
"El Salvador es un país pobre," dijo la Hermana Allred hablando de su
juventud. Su padre tenía dos negocios y la familia no faltaba nada
hasta que una de las tiendas agarró fuego. Sin ninguna seguro, su padre
tuvo que liquidar los bienes del negocio pequeño para pagarle a los
acreedores del otro negocio. "Nos quedamos sin ningún centavo," ella
recuerda. "Tuvimos que empezar de nuevo. Pero nunca me sentí muy pobre.
Siempre teníamos algo para comer en nuestra mesa. Siempre teníamos
ropa y zapatos. Mi padre era un hombre muy trabajador. Mi madre era la que
hacía los milagros. Cualquier cantidad de dinero que recibíamos,
por más pequeña que fuera, ella siempre se aseguraba que nos
alcanzara." En el proceso, sus hijos desarrollaron responsabilidad,
respeto, disciplina y el sacrificio.
"Ella era una mujer de mucha fe," recuerda la Hermana Allred. "Cuando ella
se unió a la Iglesia, su fe era inquebrantable. Siempre estaba
sirviendo. Ella me enseño la caridad por medio de su ejemplo."
Y desde su conversión, la Hermana Allred quería servir en un puesto
específico. Ella deseaba ser una misionera y darle a otros el don de la
Iglesia restaurada. "Quería compartir el mensaje del evangelio con
todos," dijo ella.
Su sueño se realizó cuando acepto un llamamiento para la Misión
Centroamérica donde sirvió en Nicaragua, Costa Rica, Guatemala, y
Honduras.
"El Señor siempre ha estado involucrado en todos mis hechos," ella
dijo. "Siempre he visto Su mano en mi vida. Una experiencia siempre me ha
preparado para la próxima experiencia."
La Hermana Allred conoció a su esposo, Jeffry A. Allred, durante su
servicio como misionero en Costa Rica. Se reencontraron en BYU, donde ella
estudiaba matemáticas. Se casaron y, después que él se
graduó, se mudaron a Arizona para que él pudiera continuar una
maestría. Sus labores con negocios americanos y luego con la Iglesia
llevo a la familia ? la cual llegó a incluir ocho hijos ? por todo
Centroamérica y Sudamérica. Él sirvió como director de
Asuntos Temporales en Centroamérica y Sudamérica y como presidente
de misión. Y cuando la Iglesia los trajo a Utah, también vino otro
llamamiento ? pero esta vez era para la Hermana Allred. Ella sirvió por
seis años como miembro de la Mesa Directiva General de las Mujeres
Jóvenes.
"Esa fue una gran oportunidad para mí," dijo ella. "Fue algo que nunca
espere hacer. Era una cosa donde yo pude contribuir un poquito con mis
experiencias en Latinoamérica donde la Iglesia ha estado creciendo
rápidamente."
La Hermana Allred dijo que su familia fue bendecida al presenciar el
crecimiento en los varios países donde vivieron. Y, por supuesto, ellos
tomaron parte en ese crecimiento.
Ellos participaron en las dedicaciones de templos en Chile, Costa Rica y
Paraguay. Sirvieron como misioneros de asuntos públicos en España.
Por todo, han vivido en nueve países, donde aprendieron a amar la gente
rápidamente. Hasta el momento en que la Hermana Allred recibió su
llamamiento, la pareja estaba viviendo en la República Dominicana donde
su esposo presidía sobre uno de los centros de capacitación
misional de la Iglesia.
"Esa, diría yo, es mi contribución," dijo ella. "Tengo un gran amor
por las escrituras. Tengo una fe inquebrantable en el Señor Jesucristo.
Y amo a las mujeres de la Iglesia en todo el mundo. Conozco sus pesares y
sus desafíos y sé de la fuerza y devoción y el amor por el
Señor que posee cada una."
Y, al enfrentar este nuevo llamamiento, la Hermana Allred piensa de otras
cosas difíciles que ha superado. Hubo un tiempo en su vida cuando
pensaba que sacar buenas notas en su clase de cultura americana en BYU que
comenzaba cada día a las siete de la mañana sería la cosa
más difícil que enfrentaría. Aunque fue una experiencia
difícil debido a que era a las siete de la mañana, se enseñaba
en ingles, y se trataba de una cultura desconocida, ella lo pudo superar.
"Si todos pudiéramos presenciar el amor que el Padre Celestial tiene
por nosotros, entonces podríamos entender mucho mejor que Él conoce
nuestras necesidades, nuestros deseos. Él está tomando notas? puedo
hacer cualquier cosa con Su ayuda, aunque parezca ser imposible. Oro que
pueda llegar a ser un instrumento en Sus manos a medida que yo busque la
guía del Espíritu humildemente para lograr a saber mi propósito
en este llamamiento."