La respuesta a la pandemia ha cambiado los esfuerzos humanitarios de la Iglesia en el futuro
Trabajadores del almacén del obispo cargan suministros que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días envía como ayuda para China, en Salt Lake City, el miércoles, 29 de enero de 2020. Se enviaron máscaras de respiración, gafas de protección y trajes protectores.
|Crédito: Jeffrey D. Allred, Deseret News
La respuesta a la pandemia ha cambiado los esfuerzos humanitarios de la Iglesia en el futuro
Trabajadores del almacén del obispo cargan suministros que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días envía como ayuda para China, en Salt Lake City, el miércoles, 29 de enero de 2020. Se enviaron máscaras de respiración, gafas de protección y trajes protectores.
|Crédito: Jeffrey D. Allred, Deseret News
Responder a la pandemia durante los últimos dos años supuso un reto para el brazo humanitario de la Iglesia — pero esa respuesta condujo a nuevos conjuntos de habilidades y relaciones de colaboración en todo el mundo.
“He dicho muchas veces que creo que el COVID-19 fue la prueba de presión definitiva sobre los esfuerzos humanitarios de la Iglesia”, dijo Shawn Johnson, vicepresidente y director de operaciones de Latter-day Saint Charities.
Johnson comparó la pandemia con aguas inexploradas — similar a un desastre que ocurre al mismo tiempo en todos los países del mundo. Pero aceleró el aprendizaje en Latter-day Saint Charities.
“Nos obligó a aprender rápidamente y adaptar nuestra estrategia, y creo que probablemente cambió la forma en que la Iglesia va a llevar a cabo la labor humanitaria en el futuro — probablemente para siempre — a partir de algunas cosas que aprendimos del COVID-19”, dijo Johnson.

Trabajadores del almacén del obispo cargan suministros que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días envía como ayuda para China, en Salt Lake City, el miércoles, 29 de enero de 2020. Se enviaron máscaras de respiración, gafas de protección y trajes protectores.
Crédito: Jeffrey D. Allred, Deseret News
Respondiendo a un desastre
La primera respuesta pública de la Iglesia a la enfermedad respiratoria del coronavirus fue en enero de 2020, cuando el presidente Russell M. Nelson, presidente de la Iglesia, anunció un gran envío de equipos de protección a China. Esto fue en asociación con la organización benéfica HOPE (Educación Preventiva Orientada a la Salud).
A medida que el coronavirus se extendía por todo el mundo, la Iglesia y su brazo humanitario se movilizaban rápidamente para hacer frente a las nuevas necesidades. Para el 14 de abril de 2020, los líderes de la Iglesia habían aprobado más de 110 proyectos de ayuda en 57 países. Invitaron a los miembros de la Iglesia a participar en estos y otros proyectos de ayuda en sus comunidades.
Cronología: Cómo ha respondido la Iglesia a la pandemia mundial de COVID-19, hasta diciembre de 2021
A finales de abril de 2020, la Iglesia había iniciado 280 proyectos de ayuda en 80 países, y los miembros de la Iglesia en Utah cosieron casi 6 millones de mascarillas para Project Protect (en inglés) en junio de 2020.

Brian Cummings, un voluntario, agradece a las personas que donaron máscaras de grado médico cosidas a mano como parte de ProjectProtect, un proyecto organizado en medio de la pandemia de COVID-19, en Deseret Industries en Murray el sábado, 30 de mayo de 2020. El proyecto hizo 5 millones de máscaras.
Crédito: Ivy Ceballo, Deseret News
“Estamos tratando de trabajar con los gobiernos [y] los líderes de la comunidad y averiguar lo que necesitan y luego responder”, dijo la hermana Sharon Eubank quien es la presidenta de Latter-day Saint Charities y miembro de la presidencia general de la Sociedad de Socorro.
“En Latter-day Saint Charities somos muy afortunados porque tenemos asociaciones, ya sea que se trate de una pandemia o no”, agregó la hermana Eubank. “Hemos tenido relaciones de confianza a lo largo del tiempo. Entonces, cuando hay una pandemia, no tenemos que empezar de cero. Sabemos exactamente cómo ayudarnos mutuamente”.
Johnson expuso sobre eso en una entrevista este mes con Church News. Johnson dijo que, con esos proyectos de ayuda en todo el mundo, Latter-day Saint Charities realmente comenzó a localizar esfuerzos humanitarios, involucrando a los líderes locales de la Iglesia para que hablen con los sistemas médicos y gobiernos locales. Se enfocaron en encontrar las necesidades mayores y luego en cómo podrían tener un impacto único o distintivo y llenar los vacíos.
“Esa fue nuestra estrategia para trabajar a nivel local”, dijo. “Y luego, desde una perspectiva global, nos enfocamos realmente en cómo podríamos fortalecer los sistemas de atención médica. Y luego, además de todo el trabajo que hacemos, ¿cómo nos aseguramos de no perder tanto terreno en la labor humanitaria en curso que hacemos de tal forma que no perdamos terreno después”?
El segundo desastre
Johnson dijo que el segundo desastre es el desastre no previsto después del desastre.

Latter-day Saint Charities está ayudando a financiar los programas de alimentación escolar de Convoy of Hope en varios países en desarrollo, según un comunicado de prensa del Newsroom del 3 de febrero de 2021.
Crédito: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
“Tenemos la pandemia, que es lo primero y más importante en la mente de las personas y todos están tratando de hacer todo lo que pueden”, dijo. “Pero el hambre, la pobreza, y las necesidades de inmunización no se detienen”.
De hecho, esos problemas se agravaron. Los niños se quedaron sin escuela y dejaron de recibir esa fuente de alimentación y educación. Los sistemas de salud utilizados para distribuir inmunizaciones básicas en todo el mundo se agotaron.
“Cualquier problema se ha agravado con la pandemia”, dijo Johnson. “Y en algún momento, tendremos una idea de la situación, y descubriremos que estos problemas de desarrollo a largo plazo en los que tanto nos enfocábamos, probablemente, por desgracia, habremos perdido terreno”.
A medida que las organizaciones benéficas y sin fines de lucro dejan de responder a la pandemia, intentarán recuperar ese terreno perdido. Johnson dijo que ahí es donde la Iglesia puede ser un activo, con estrategias claras y sencillas para satisfacer esas necesidades de manera efectiva — y luego asegurarse de evaluar o medir cómo les está yendo a lo largo del tiempo.
Satisfaciendo las necesidades a nivel local y mundial
La Iglesia trabajó para satisfacer las necesidades de hambre e inmunización de varias maneras durante la pandemia. A lo largo de 2020, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días donó 14,51 millones de kilos de pasta, harina y otros productos (en inglés) a bancos de alimentos en todo el país.

En la parte norte de la ciudad de Vidarbha, en el estado de Maharashtra, en el centro de la India, se distribuyeron kits de alimentos a los trabajadores migrantes afectados por la falta de trabajo debido al cierre en Maharashtra. La asociación entre la Sociedad India de la Iglesia y el Consejo Nacional de Iglesias de la India también incluyó la donación de una cama de hospital en Bangalore.
Crédito: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
En septiembre de 2020, Latter-Day Saint Charities asignó varios millones de dólares al Programa Mundial de Alimentos para ayudar a su red de distribución global de alimentos y suministros médicos. Ese mismo mes, más de 47.627 libras de alimentos se destinaron a los bancos de alimentos del sur de California (en inglés).
En febrero de 2021, los miembros de la Iglesia en Idaho distribuyeron alimentos a la reserva de Fort Hall (en inglés). Latter-day Saint Charities se asoció con Convoy of Hope (en inglés) para ayudar a financiar programas de alimentación escolar para niños de todo el mundo. La Iglesia también envió equipo de protección a Botsuana (en inglés) y donó US$20 millones al Fondo Internacional de Emergencia para la Infancia de las Naciones Unidas para ayudar a garantizar un acceso seguro, rápido y equitativo a las vacunas contra el COVID-19 en todo el mundo.
En mayo de 2021, la Iglesia anunció una donación de US$4,15 millones en una asociación con otras organizaciones humanitarias para ayudar a enviar ayuda contra el COVID-19 en la India. Y la Iglesia envió equipos de refrigeración a Panamá en noviembre de 2021 para ayudarlos a conservar las vacunas contra el COVID-19.
“Con la pandemia, hemos descubierto que la forma en que está estructurada nuestra organización es una ventaja”, dijo Johnson. “Tener una presencia local y seguir avanzando cuando otras organizaciones tenían dificultades fue algo que fue una verdadera bendición”.

El personal de UNICEF examina una caja que contiene el primer envío de vacunas de COVID-19 distribuidas por COVAX en Accra, Ghana, el 24 de febrero de 2021.
Crédito: UNICEF
Avanzando con fe
Latter-day Saint Charities y la Iglesia se están enfocando en satisfacer las necesidades temporales durante la pandemia y también están trabajando con el conocimiento de que es esencial preparar el camino para la Segunda Venida del Señor, cuando no habrá pobres entre nosotros, dijo Johnson.
“La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tiene la comisión única de poder hacer ese trabajo”, dijo. “No hay duda de que tenemos una responsabilidad única para ayudar a bendecir la vida de los demás. Es parte de quienes somos. Siempre que se tiene este cimiento de amor, amor a Dios y amor a los demás, realmente se tiene el entorno para que el espíritu nos ayude a encontrar formas, soluciones y procesos creativos para bendecir la vida de sus hijos, porque Él ama a sus hijos”.

En Antananarivo, Madagascar, se descargan suministros médicos para la protección contra el COVID-19 provenientes de un “vuelo solidario” de la ONU desde el Centro Aéreo Humanitario del PMA en Adís Abeba el 15 de abril de 2020.
Crédito: Patrick Sautron, WFP
La Iglesia trabaja con personas y grupos de diferentes orígenes en los esfuerzos humanitarios y trata de encontrar un terreno común para amar y cuidar de los demás, dijo Johnson. Y aunque las personas siempre están interesadas en las necesidades de los demás en las partes del mundo en desarrollo, las necesidades existen en sus propias comunidades y en sus propios vecindarios, agregó.
“Realmente hay poder en la colaboración y el trabajo conjunto y en encontrar formas de aumentar las fortalezas y debilidades de los demás y poder llenar esos vacíos entre sí e ir juntos para bendecir la vida de los demás”.
Johnson dijo que el mundo está lleno de desafíos y que aún quedan más por delante. Latter-day Saint Charities trabaja para abordar los problemas a gran escala, pero siempre se reduce al individuo.
“Si podemos abordar estos problemas y recordar que hay un hijo de Dios detrás de estos problemas”, dijo, “entonces creo que continuaremos viendo la guía celestial en la forma en que abordamos las cosas”.