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Valerie Walton: Lo que sé ahora sobre el poder y las bendiciones que vienen por cumplir con los llamamientos

Tras la hospitalización de su esposo por depresión, Valerie Walton recibe fortaleza y bendiciones de una fuente sorprendente: el aceptar un llamamiento como maestra de la Escuela Dominical

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Valerie Walton y su esposo, Kenny Walton, asistieron a la sesión del sábado por la mañana de la conferencia general en el Centro de Conferencias de Salt Lake City el 2 de octubre de 2022.

Kenneth Walton


Valerie Walton: Lo que sé ahora sobre el poder y las bendiciones que vienen por cumplir con los llamamientos

Tras la hospitalización de su esposo por depresión, Valerie Walton recibe fortaleza y bendiciones de una fuente sorprendente: el aceptar un llamamiento como maestra de la Escuela Dominical

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Valerie Walton y su esposo, Kenny Walton, asistieron a la sesión del sábado por la mañana de la conferencia general en el Centro de Conferencias de Salt Lake City el 2 de octubre de 2022.

Kenneth Walton

No hay nada como llevar a tu esposo a la sala de emergencias para que todo lo que realmente importa en la vida se vea con total claridad.

A principios de este año, cuando estaba por terminar sus estudios de doctorado en ingeniería química mi esposo, Kenny, sufrió una grave crisis de salud mental que requirió su hospitalización. Aunque mis emociones personales no eran nada comparadas con la turbulenta obscuridad que se agitaba en su mente, me sentí aterrorizada y perdida. Mientras él estaba hospitalizado para recibir tratamiento, me quedé sola para encontrar mi propio camino — el mundo afuera de la sala de emergencias, lidiar con las facturas médicas y el seguro y, además, el cuidado de mi esposo. 

Durante este proceso aprendí que, para apoyar a alguien con depresión, uno, a su vez, tiene que apoyarse en una tribu, es decir, se necesita un gran sistema de apoyo — y esto es esencial para ambas partes. Una de las mejores tribus en las que apoyarse es la comunidad de la Iglesia.   

Es vergonzoso admitir que yo, a pesar de ser parte del personal de Church News y una misionera retornada, había caído en la inactividad a causa de la comodidad — y optado por ver la reunión sacramental por Zoom en lugar de asistir en persona, y pasando por alto la Escuela Dominical y la Sociedad de Socorro. Si conseguía ir en persona, no me relacionaba con nadie. Llevaba dos años en mi barrio y apenas conocía el nombre de algunas personas.

El domingo siguiente a que mi esposo se enfermara, me reuní con mi obispo y le expliqué los problemas de salud de mi esposo, sus exigentes obligaciones educativas y lo solos y desconectados que nos sentíamos del barrio, pues habíamos llegado durante el apogeo de la pandemia de la COVID-19. Sabía que mi esposo y yo necesitábamos hacer amigos en este barrio de alguna manera.

Entonces, mientras el obispo me aconsejaba, el Espíritu le dio una respuesta inesperada. Me preguntó cómo me sentía para aceptar un llamamiento. Le prometí que haría todo lo necesario para ser un miembro activo de la Iglesia y del barrio otra vez.

Aunque todavía tenía que consultar con sus consejeros y el presidente de la Escuela Dominical del barrio, el obispo me preguntó si consideraría la posibilidad de enseñar.

Mi instinto me dijo: “Es un llamamiento difícil que nunca has hecho antes. No lo hagas”. Pero el Espíritu que ambos sentimos en aquella oficina nos dio la paz y la confirmación que me hizo superar mis temores. Sabía que aceptaría el llamamiento para enseñar en la Escuela Dominical, si él me lo ofrecía.

Pasarían unas semanas antes de que me llamaran y apartaran oficialmente. Sin embargo, ser apartada y cumplir con mi llamamiento ha traído extraordinarias bendiciones a mi vida.

En su ensayo sobre el acceso al poder del sacerdocio al ser apartados, la presidenta general de las Mujeres Jóvenes, Bonnie H. Cordon (en inglés), escribió: “En la simplicidad y frecuencia de un apartamiento podemos pasar por alto la importancia de esta ordenanza del sacerdocio — una ordenanza que literalmente nos aparta del mundo y nos autoriza para la obra del señor. …

“Cuando somos apartados y actuamos diligentemente en los privilegios y responsabilidades que se nos otorgan, Dios puede y creará en nosotros una mente más semejante a la de Cristo, un corazón más puro y un espíritu más noble”.

Al leer el ensayo de la presidenta Cordon unos meses después de convertirme en maestra de la Escuela Dominical, sentí un sacudón del Espíritu Santo, el cual me hizo recordar el que mi obispo y yo habíamos sentido en su oficina muchos meses antes — así como la multitud de bendiciones que mi familia ha recibido desde entonces.

Mi esposo y yo hemos comenzado a hacer amistades a medida que conocemos a los miembros del barrio. El Espíritu ha sido más fuerte en nuestro hogar, ya que he preparado lecciones y estudiado el evangelio con Kenny.

Lo más importante es que la salud de mi esposo ha mejorado enormemente, lo cual se pone en evidencia en su estado de ánimo general y en la disminución de su aislamiento. Incluso se sintió lo suficientemente bien como para acompañarme al Centro de Conferencias para participar en la sesión del sábado por la mañana de la conferencia general en octubre. 

En este Día de Acción de Gracias, estoy agradecida por el tratamiento de salud mental que recibió mi esposo y su mejoría; por mi obispo, que me escuchó y por el Espíritu; por un barrio que me da fuerza y amor, y por ser maestra de la Escuela Dominical. El hecho de valorar esas bendiciones ahora, significa que cuando mi esposo comience a buscar trabajo el próximo año en un mercado laboral afectado por la pandemia, yo asuma más responsabilidades en Church News y cualquier otra cosa que se nos presente en el futuro, recurriremos al poder del sacerdocio que se nos promete al ser apartados para un llamamiento.

— Valerie Walton escribe para Church News.

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